Nuestro miedo más profundo no es el de ser inadecuados.

Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta. Nos preguntamos:

¿Quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso, extraordinario?

Más bien, la pregunta a formular es: ¿Quién eres tú para no serlo?

viernes, 15 de abril de 2011

¡Tu puedes dar!

¡TU PUEDES DAR!
Todo hombre que te busca, va a pedirte algo:
el rico aburrido, la amenidad de tu conversación;
el pobre, tu dinero;
el triste, un consuelo;
el débil, un estímulo;
el que lucha, una ayuda moral.
Todo hombre que te busca, de seguro va a pedirte algo.
¡Y tú osas pensar: "qué fastidio"! 
¡Infeliz! ¡La ley escondida se ha dignado otorgarte el privilegio
de los privilegios, la prerrogativa de las prerrogativas: ¡dar!
¡Tú puedes dar!.
¡En cuantas horas tiene el día, tú das,
aunque sea una sonrisa,
aunque sea un apretón de manos,
aunque sea una palabra de aliento!.
Debieras caer de rodillas ante el Padre y decirle:
"¡Gracias porque puedo dar!".
"¡En verdad os digo que vale más dar que recibir!".
Amado Nervo, en Plenitud (Biblioteca Nueva, Madrid)


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